Washington, 19 mar (Prensa Latina) El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llamó hoy la atención sobre los crímenes de odio, en especial contra la comunidad asiática, que aumentaron durante el último año de pandemia de Covid-19.
En una alocución desde Atlanta, donde esta semana ocurrió un tiroteo masivo que dejó varias víctimas mortales de ascendencia asiática, el mandatario demócrata pidió a los estadounidenses unirse contra el odio y el racismo.
Asimismo, exhortó a actuar frente a las manifestaciones de violencia contra los norteamericanos de origen asiático y condenó el ataque de inicios de semana en centros de masaje de esa ciudad.
«No podemos ser cómplices, tenemos que denunciar», dijo desde la Universidad Emory, en Atlanta.
Biden realizó esas declaraciones acompañado de su vicepresidenta Kamala Harris, luego de reunirse ambos con líderes asiático-estadounidenses.
Aunque el motivo del tiroteo del martes aún no se conoce, observó el gobernante demócrata, se produce en medio de un aumento de la violencia contra ese grupo de población.
Esas personas están cada vez más preocupadas por su seguridad y la seguridad de sus seres queridos, han sido atacados, culpados, usados como chivos expiatorios y acosados, agredidos verbal y físicamente, asesinados, lamentó.
Asimismo, instó al Congreso norteamericano a aprobar rápidamente una legislación sobre delitos de odio, destinada a acelerar la respuesta del gobierno federal ante ese problema.
De acuerdo con la Casa Blanca, la retórica del expresidente Donald Trump durante la pandemia (y su uso de términos como «virus de China» para referirse al SARS-CoV-2) contribuyeron al aumento de los ataques contra los estadounidenses de origen asiático.
Biden aseguró que durante los próximos días él y Harris serán informados regularmente por el fiscal general, Merrick Garland, y el director del Buró Federal de Investigaciones, Christopher Wray, sobre el reciente tiroteo en Atlanta, en el cual murieron ocho personas, entre ellas, seis mujeres asiáticas.
La policía local informó que el acusado Robert Aaron Long, de 21 años, confesó los asesinatos y expuso que apuntó a los centros de masaje debido a una «adicción al sexo».